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¿De dónde sacaremos energía eléctrica?

12/11/2009

Una de las mayores preocupaciones de los gobernantes del mundo actual es cómo obtener la energía que requerirán las industrias y otras actividades productivas, los servicios y en general la población mundial en la medida que los combustibles fósiles se vayan acabando. Es un hecho que el petróleo, el gas y el carbón mineral se agotarán antes de finalizar el presente siglo y el problema lo comenzarán a sentir en forma paulatina los que hoy tienen treinta años y con mayor razón los que tienen menos o están por venir.

Muchos han pensado en los biocombustibles para remplazar al petróleo pero eso no pasará de ser un sueño de corta duración, porque para producir etanol o biodiesel se necesita también petróleo en la forma de fertilizantes, uso de maquinaria en el campo, bombeo de pozos y transporte, siendo muy pequeña la diferencia entre las calorías producidas y las consumidas para la producción; cosa que no dicen los empresarios interesados en producirlo ni los funcionarios venales que sabiéndolo callan por conveniencia.

De otro lado, aunque no contengan azufre, los biocombustibles también producen dióxido de carbono y calor, contribuyendo a la contaminación de la atmósfera y al calentamiento global. Sin embargo ese no es el problema mayor, sino que para producir biocombustibles se necesita tierra y agua, que son cosas que se requerirán para producir alimentos para una población mundial que, siendo ya excesiva, sigue creciendo y padece hambre.

Pero los combustibles, vengan de donde vengan, no son mas que una parte de la energía que necesitan los siete mil millones que ya tiene el mundo en este momento, por lo que se busca otras fuentes que van desde las centrales nucleares – muy costosas para los países pobres y temidas por el recuerdo de la tragedia de Chernobil – hasta las basadas en recursos naturales renovables, dentro de las que se prioriza la eólica como la más eficiente; que siendo buena, no es tampoco la más eficiente como muchos creen, porque ocupa el tercer lugar después de la hidroeléctrica y la mareomotriz, que es la fuerza de las mareas y que tuvo su primera aplicación en la costa de Normandía, Francia, donde las mareas alcanzan entre 6 y 10m. de altura. Quienes conozcan la famosa abadía de Saint Michel, que estando sobre un roca se convierte en isla por efecto del pleamar, podrán entender mejor la razón de instalar turbinas sumergidas bajo puentes para ser movidas por la fuerza del pleamar y el bajamar.

Sin embargo este no es el caso del Perú, donde las mareas son casi imperceptibles, pero en cambio el mar de Grau tiene algo que otros países no poseen y es por eso que ni a los técnicos del Ministerio de Energía y Minas ni a las empresas que piensan en la energía eólica se les ha ocurrido utilizar. Ese recurso no es otro que la Corriente de Humboldt, que es una especie de Amazonas discurriendo entre las propias aguas del mar y a muy escasa distancia de la costa.

¿Se imaginan lo que sería disponer de energía ‘hidroeléctrica marina’ generada a lo largo de 2,000 Km. de nuestra costa? No solo abastecería de sobra a todo el país, sino que podríamos vender electricidad a Brasil, Ecuador y Bolivia que no cuentan con ese recurso. ¿Pero cómo producirla? Tampoco es difícil ni costosa. Solo se requiere algo de ingenio.

No es necesario en nuestro caso desarrollar complicados y costoso proyectos como el realizado en el mar de Orkney, Escocia, donde pasa una débil corriente marina y con ella está funcionando la central submarina SeaGen, de propiedad de la empresa OpenHidro, que genera 1,2 megawatts mediante dos turbinas que operan a 16 m. de profundidad, consta de dos rotores, ambos de 16 m. de diámetro, de dos paletas cada uno, que van montadas en una torre submarina sobre largos brazos como si se tratara de un avión bimotor. Así mismo en Francia la empresa Hydro Helix Energies está construyendo la central submarina Sabella, que consta de una batería de cinco turbinas sumergidas de 5 m. de diámetro y hélices de 3 m.fijadas en el fondo del mar, a 20 m. de profundidad. Esta central producirá 1,6 megawatts.

Ambos proyectos han requerido mucho tiempo, alta tecnología y son de altísimo costo, en tanto que en nuestro caso se pueden usar turbinas de cuatro paletas verticales de acero inoxidable de 10m., montadas en serie dentro de rígidos marcos metálicos fijados bajo grandes balsas ancladas en el fondo del mar y con los generadores sobre ellas para reducir la oxidación. Cada balsa podría llevar entre nueve y doce turbinas dispuestas en tres o cuatro hileras, además de un timón simple para seguir automáticamente el movimiento de la corriente.

Siendo ingeniero agrónomo dejo el diseño a los ingenieros electricistas y oceanógrafos, para que puedan trabajar en el desarrollo de un prototipo. Pero ya, porque antes de lo que muchos piensan el problema de la falta de energía será cada vez más grave para todos por más que se descubra más petróleo o gas en nuestro suelo.

Cabe agregar que se viene estudiando la posibilidad de desarrollar un gran complejo turístico-urbanístico en la isla San Lorenzo, en el cual estarían interesadas grandes empresas inversionistas extranjeras; habiendo también otras interesadas en un construir el megapuerto que – a juicio de quien escribe este artículo – el país necesita a gritos para desarrollarse y adelantarse a Chile en materia de facilidades portuarias para el comercio internacional. Pero cualquiera que fuese la alternativa elegida, para llegar a la isla se requeriría  de un puente o un túnel, pero mientras que este último no pasaría de ser solo una costosa vía de acceso, el puente permitiría a todo su largo instalar turbinas sumergidas bajo él, capaces de generar energía eléctrica para atender todas las necesidades de la Gran Lima.

La gente que viaja al norte en avión habrá notado que en el aeropuerto Jorge Chávez los aviones despegan de norte a sur para aprovechar los vientos dominantes de la zona y luego en el aire doblan hacia el mar para enrumbar al norte. Pero muy pocos viajeros habrán notado que al hacer esa curva el avión pasa sobre la isla San Lorenzo, probablemente porque las nubes bajas la ocultan durante la mayor parte del año. Pero en verano, con el cielo despejado, puede observarse claramente a la corriente de Humboldt como un gran río brillante surcando el mar. La isla San Lorenzo estrecha la corriente a manera de venturi, aumentando su velocidad en ese tramo; lo que juega a favor de la instalación de turbinas entre la isla y el Callao. También ese puente podría servir para generar energía eléctrica eólica en toda su longitud, con costos de instalación y mantenimiento mucho más bajos que cuando se instalan los postes dentro del mar.

¿Será que algún día el Ministerio de Energía y Minas se interese en el tema?

Roguemos al Señor.

Fausto Robles (frobles@agriconsultperu.com)